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martes, 26 de junio de 2012

Los Oliver Twist reales

 Fuente: El Periódico

George Davey tenía 10 años en 1873 cuando la justicia inglesa le condenó a un mes de trabajos forzados. El delito por el que mereció tan severo castigo fue el robo de dos conejos. Un mes de trabajos forzados y cuatro años en un reformatorio fue la pena impuesta a George Jeffreys, de 14 años, por algo tan leve como haberse quedado con dos pedazos de hierro. Ambos recuerdan inevitablemente al desventurado Oliver Twist, el personaje de Charles Dickens que también vivió la brutal disciplina y la miseria de las instituciones victorianas.     

Los retratos de los convictos, tomados a su llegada a la prisión londinense de Wandsworth, forman parte de las 600 fotos de reclusos que pasaron por aquella cárcel (aún en activo) y que se encuentran en el Archivo Nacional británico. Cada una de las fotos, tomadas entre 1872 y 1873, va acompañada de una ficha con la descripción del preso y la razón por la que se halla entre rejas.     
George Davey niño prisionero child prison
George Davey     EDAD 10.     DELITO Robo de dos conejos domésticos.     CONDENA Un mes de trabajos forzados.
El hambre debió de llevar a James Hempson, de 13 años, ojos grises y natural de Surrey, a robar una caja de higos que le costaron 10 golpes con una vara y cuatro días de trabajos forzados. Es una pena leve comparada con los seis meses de trabajos forzados que cumplió Eliza Baker, sirvienta de 17 años, acusada de haberse apropiado de un velo de la dueña de la casa.     

Tristes, muy tristes, fueron los siete días de trabajos para Julia Ann Crumpling, de 7 años, por haber hurtado un cochecito de juguete. Delitos nimios y castigos inhumanos. Desnutridos y famélicos, a duras penas los pequeños prisioneros lograban sobrevivir a los trabajos brutales, de los que tuvo penosa experiencia el propio Oscar Wilde.     
William Towers  niño prisionero child prison
William Towers     EDAD 12.     DELITO Robo de dos conejos domésticos.     CONDENA Un mes de trabajos forzados.
 La colección fotográfica, en la que cualquier ciudadano puede buscar entre los delincuentes a algún antepasado, es un valioso testimonio sobre un sistema de justicia sin piedad, en una época en la que millones de niños y adolescentes trabajaban en el Reino Unido como esclavos .Críos de 5 años eran mano de obra barata en las minas, las fábricas de algodón y las labores agrícolas.     

Por una larga jornada laboral extrayendo carbón, empujando pesadas vagonetas cargadas con el negro mineral o abriendo y cerrando las puertas en los túneles para ventilarlos, los menores apenas ganaban el equivalente a 15 euros anuales. Huérfanos y niños sin hogar eran vendidos a los patronos como limpiadores de chimeneas, un trabajo peligroso e insalubre, para el que se elegía los más pequeños y a los delgados, los únicos capaces de colarse por el estrecho tiro. Muchos acabaron en bandas de delincuentes y en la prostitución. Era un mundo sórdido muy distinto de la imagen romántica con que a menudo se adorna la era victoriana. Las cosas empezaron a cambiar sólo cuando algunos respetables miembros de la sociedad inglesa, como el doctor Barnado o Lord Shaftesbury, decidieron tomar medidas contra la explotación.     

En 1841 se prohibió trabajar en las minas a los menores de 10 años; en 1868, se aplicó la norma a las granjas; en 1874, a las fábricas, y un año más tarde se declaró ilegal el uso de niños en la limpieza de chimeneas. Paul Carter, del Archivo Nacional, recomienda echar un vistazo a la colección fotográfica «a todo aquel interesado en la historia de su familia, o en la historia local y social, porque es una rara oportunidad de poner nombres a los rostros del pasado». 

by PI

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