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miércoles, 16 de octubre de 2013

También hacen chapuzas y sobrecostes en Alemania

La Ópera Estatal (Staatoper) de Unter den Linden, inmersa desde 2010 en una remodelación que tiene como objetivo lograr una mejor acústica. Para ello, se elevará cuatro metros el techo del edificio y se modernizarán las instalaciones, siempre siguiendo los bocetos del arquitecto Richard Paulick, quien se encargó de reabrir la famosa ópera tras la II Guerra Mundial. Hasta aquí todo bien. El problema viene cuando se revisan presupuestos y calendarios. El coste de la "cirugía" se estimó en un principio en 240 millones de euros y su reapertura se fijó para octubre de 2013. Sin embargo, las últimas informaciones apuntan a un desfase económico de 46 millones de euros y a que Daniel Barenboim y su orquesta no podrán volver a actuar en la prestigiosa ópera hasta el año 2015.

Un proyecto que contempla el soterramiento de la estación central de Stuttgart para enlazarla con la línea de alta velocidad de 1.500 kilómetros que conectará París con Bratislava. Por resumir la polémica que envuelve la puesta en marcha de esta obra, apuntaremos que cuenta con el respaldo del ministro de Finanzas Wolfgang Schäuble a pesar de que su presupuesto no es precisamente austero. De los cálculos iniciales, que cifraban el coste de la infraestructura en 4.500 millones de euros, hemos pasado a una factura de más de unos 6.800 millones según la prensa alemana. Su apertura se retrasará hasta 2022 a pesar de que estaba programada en un principio para 2019.

Los fastos inaugurales se han pospuesto ya cuatro veces, tras haberse detectado más de 20.000 defectos de todo tipo en un aeródromo cuyo coste dobla ya el presupuestado en un primer momento, para volar hasta los 5.200 millones de euros. Las últimas previsiones apuntan a que el aeropuerto abrirá por fases.La primera en el verano de 2015, si no hay más demoras. Auspiciado por los gobierno federal, regional y municipal, el proyecto del nuevo aeropuerto "Willy Brandt" nació para dotar a la capital alemana de una moderna terminal que sustituyese a las dos que están ahora en activo. Se trata, por un lado, de Berlín-Tegel, que asume la mayor parte del tráfico, y, por otro, de Schönefeld, ubicada a las afueras y utilizada por compañías de bajo coste. Con un presupuesto de 2.300 millones de euros, los trabajos arrancaron en 2007. La previsión era que las instalaciones estuvieran operativas en junio de 2012. Sin embargo, la inauguración se fue posponiendo, sucesivamente, para octubre de 2013, para 2014 y, ahora, para el verano de 2015. El cúmulo de fallos y de problemas que se han id desvelando a lo largo de estos años compone una chapuza de tal magnitud que parece impropia de un país con tanta fama de eficiencia como Alemania. Baste un ejemplo: uno de los responsables de la obra fue despedido el pasado enero después de que quedara demostrada la imposibilidad de apagar las luces del aeropuerto, dotado de los últimos adelantos técnicos en materia de autogestión energética. "Lo cierto es que aún no hemos progresado lo suficiente con el sistema de iluminación como para poder controlarlo", reconoció el director técnico del proyecto, Horst Amman. Los diagnósticos realizados por los técnicos han detectado más de 20.000 carencias en las instalaciones. Ahora,la más relevante está relacionada con el sistema de protección de incendios. La última fiesta de inauguración prevista quedó suspendida tras fallar el simulacro de evacuación realizado días antes por los bomberos berlineses. Por si fuera poco, a los retrasos, fallos, y sobrecostes, se les une el hecho de que, según las encuestas, la ciudadanía está en contra de la construcción del nuevo aeropuerto. El últimos sondeo demuestra que seis de cada diez berlineses prefiere que las cosas se queden como están. Esto es, con la terminal de Tegel -cercana, cómoda y práctica, aunque date de los tiempos de la Guerra Fría- y no con un gran aeropuerto internacional alejado del centro de la ciudad, una opción que únicamente defienden dos de cada diez ciudadanos consultados.

La inauguración de la Filarmonía del Elba (Elbphilarmonie) de Hamburgo que, a pesar de estar prevista para 2010 no estará lista hasta 2017. El edificio fue concebido como un símbolo de prestigio de Hamburgo, quizás con la intención de maquillar la imagen de una ciudad que a menudo se identifica con el tráfico de contenedores. De esta forma, se dio luz verde a un proyecto de 120.000 metros cuadrados y 110 metros de altura que albergaría, a orillas del río tres salas de conciertos, un hotel de cinco estrellas con 244 habitaciones, 47 viviendas, una plaza de acceso público y un aparcamiento con capacidad para 510 plazas. Su planificación fue hecha a lo grande, lo único que pareció fallar fue el apartado referido a presupuestos, no en vano la Elbphilarmonie iba a costar en un principio 77 millones de euros pero finalmente los contribuyentes tendrán que pagar, según el alcalde de la ciudad, 789 millones de euros. Problemas en los tejados, grietas en las paredes que sustentan las escaleras mecánicas, estructuras inseguras y, sobre todo, continuas desavenencias entre los representantes políticos y la empresa constructora parecen ser las razones del sobrecoste y los retrasos. Aún así, el ex-alcalde de la ciudad, Ole von Beust, miembro de la CDU de Merkel continúa defendiendo el proyecto y recientemente ha asegurado que "volvería a tomar la decisión de construir el edificio" porque considera que se trata de una decisión correcta.

La nueva sede del Servicio Federal de Inteligencia (BND). Un edificio cuyos costes han ido aumentando poco a poco debido a deficiencias en los sistemas de aire y a un escándalo que sacó los colores a más de uno: en el verano de 2011 la revista Focus informó de que los planos del edificio, clasificados como ultrasecretos, habían sido robados un año antes. De esta forma, el presupuesto inicial de 730 millones de euros se ha incrementado hasta alcanzar los 1.600 millones de euros. Además, su inauguración se ha retrasado casi dos años y se prevé que la céntrica sede del BND, en la que trabajarán 4.000 espías, no entre en funcionamiento hasta finales de 2015.

Se trata del edificio más importante de la administración prusiana que fue residencia de los Hohenzollern desde el siglo XVII hasta la caída del Imperio alemán en 1918. Debido a los grandes daños sufridos durante la Segunda Guerra Mundial se decidió echarlo abajo y en 1976 se levantó en su lugar el Palacio de la República que sería posteriormente demolido en 2006. ¿Por qué? Porque el Bundestag (Cámara Baja del Parlamento alemán) decidió por amplia mayoría en el año 2002 reconstruir el histórico "Schloss" de la capital germana. Un proyecto que contempla la creación del denominado "Humbolt Forum" que albergará la Biblioteca del Estado, la Universidad Humboldt y la Fundación Prusiana.  La reconstrucción del histórico edificio, de la que Merkel es partidaria, contó con un presupuesto inicial de 552 millones de euros que se ha visto incrementado hasta los 590 debido a que los costes de construcción han aumentado desde que se proyectó. Se inagurará en 2019.

by PI

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