Si se les pidiera recordar una película en la que un canto improvisado de "La Marsellesa" propició un momento emocionante, muchos cinéfilos evocarían el bar de Rick en "Casablanca". Los de mi generación, al menos los futboleros, probablemente recordarían antes aquella tarde de cine, en vísperas de la Navidad del 81, en que "La Marsellesa" brotó de las gradas del estadio parisino de Colombes, acompañada por los gritos de "Victoire!". Justo después del gol de tijereta de Pelé que no nos resistimos a gritar en la sala, y justo antes del injusto penalti de último minuto con que los pérfidos alemanes trataron de aplastar la alegoría en que ya se había convertido ese equipo formado por prisioneros aliados. "Evasión o victoria". Guerra y fútbol. Épica por ambos medios. Buenos y malos. ¿Habremos sido más felices, en la infancia, que cuando fuimos a ver esa película de John Huston? Carlos Marañón es uno de esos niños del 81. La diferencia es que el padre que le llevó a ver la película es aquel Marañón que conservó el récord goleador del Español hasta que lo superó Tamudo. Para los paseantes, debió de ser todo un espectáculo ver a ambos, padre e hijo, imitar a la salida del cine la chilena de Pelé. Carlos ha mezclado dos pasiones con las que me identifico, el fútbol y el cine. Y de la fusión ha salido uno de esos libros generacionales que causan el mismo efecto que la magdalena de Proust: "Un partido de leyenda", delicioso ensayo sobre "Evasión y victoria" que "8 y medio" ha adornado con una amena edición llena de fotogramas de la película y de fotografías históricas relacionadas con el partido real que inspiró el de Huston: el Partido de la Muerte en el que participó un conjunto de prisioneros de guerra ucranianos, organizados como un equipo profesional llamado FC Start, y soldados de la Wehrmacht, Kiev, verano del 42.
by PI
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