Cajas con restos de doce víctimas de la Guerra Civil exhumadas en el municipio aragonés de Cetina, en marzo del 2010. |
Trás de 25 años de idas y venidas, de disparar la cámara fotográfica miles de veces, resumidos en unas 150 instantáneas, varios audiovisuales y unos textos del autor, seguramente sabrán a poco, pero será una inmersión en el mundo en el que Gervasio Sánchez ha volcado su vida profesional (y, en buena medida, también personal). Este fotoperiodista nacido en Córdoba en 1959, que recibió el premio Nacional de Fotografía en el 2009, es homenajeado en una exposición antológica organizada por la dirección general de Bellas Artes del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte en Madrid –en Tabacalera, desde el 6 de marzo hasta el 10 de junio–.
BALCANES. Cuatro niñas miran desde el interior de una furgoneta destrozada en Sarajevo (Bosnia-Herzegovina) en marzo de 1994. |
En la presentación de la muestra, el historiador de fotografía Publio López Mondéjar, el escritor Antonio Muñoz Molina y la también fotoperiodista Sandra Balsells (comisaria de la exposición) retratan a Sánchez: representante esencial del fotoperiodismo español, “profesional a medio camino entre la empatía idealista y la tradición documental”, inconformista, empecinado... Dicen de él que “realiza su trabajo con la pasión de los justos, de los que aún se sienten legitimados para lanzar la primera piedra al rostro de los poderosos”.
“La única verdad incuestionable de todas las guerras son las víctimas, lo dijo un político americano, por eso yo las fotografío, porque en esas situaciones en que cada bando intenta manipular, las víctimas civiles cuentan la verdad”, resume Gervasio Sánchez la esencia de sus fotos.
“La única verdad incuestionable de todas las guerras son las víctimas, lo dijo un político americano, por eso yo las fotografío, porque en esas situaciones en que cada bando intenta manipular, las víctimas civiles cuentan la verdad”, resume Gervasio Sánchez la esencia de sus fotos.
Desfile de soldados peruanos durante una parada militar en Ayacucho en el 2000. |
Se inició en el reportaje fotográfico en 1984 en una convulsa Centroamérica. Para pagarse los viajes para hacer reportajes, trabajaba de camarero en Tarragona hasta que, en 1991, decidió dedicarse sólo al periodismo. Fotografió los conflictos bélicos en la ex Yugoslavia, a los que siguieron otros en África, después, en Camboya, en Afganistán... Sus reportajes publicados en el Magazine –con el que colabora, igual que con Heraldo de Aragón y la Cadena Ser– dan fe de estos viajes, así como de sus dos grandes proyectos fotográfico-documentales: Vidas minadas, sobre las víctimas de las minas antipersona, y Desaparecidos, sobre las desapariciones forzosas de personas en regímenes dictatoriales –“y con democracias”, añade él–.
En cada uno de ambos proyectos reunió fotos de una decena de países y durante más de una década. Señala Sandra Balsells que Gervasio Sánchez trascendió hace tiempo la etiqueta de reportero de guerra con estos proyectos documentales de largo alcance. “En periodismo, a menudo ocurre que lo que pasa hoy ya no interesa mañana, y a mí me interesan las historias de largo recorrido, las fotos que hablaron hace 20 años y lo siguen haciendo hoy”, explica el fotógrafo.
En cada uno de ambos proyectos reunió fotos de una decena de países y durante más de una década. Señala Sandra Balsells que Gervasio Sánchez trascendió hace tiempo la etiqueta de reportero de guerra con estos proyectos documentales de largo alcance. “En periodismo, a menudo ocurre que lo que pasa hoy ya no interesa mañana, y a mí me interesan las historias de largo recorrido, las fotos que hablaron hace 20 años y lo siguen haciendo hoy”, explica el fotógrafo.
ÁFRICA. Unas niñas afectadas por una epidemia de cólera agonizan en un orfanato de Nyundo (República Democrática del Congo) en julio de 1994. |
Por ello, le gusta regresar a los lugares para seguir las vidas de quienes retrató. Acaba de volver, por ejemplo, de Mozambique, donde ha visitado a una víctima de una mina que fotografió por primera vez cuando ella tenía 14 años; ahora cumplirá 30. “En el 2022 sacaré los 25 años de Vidas minadas”, promete. Continúa también con las fotos de desaparecidos, sobre todo, documentando casos en España, “porque me parece que ha habido mucha cobardía de la clase política para afrontar esta cuestión”, subraya.
El fotoperiodista cree que su trabajo, su exposición, pueden ayudar a los fotorreporteros más jóvenes –“que los hay y muy buenos, como ha demostrado el último premio World Press Photo a Samuel Aranda”–, para que vean que “nuestro oficio siempre ha sido difícil, pero que vale la pena”.
El fotoperiodista cree que su trabajo, su exposición, pueden ayudar a los fotorreporteros más jóvenes –“que los hay y muy buenos, como ha demostrado el último premio World Press Photo a Samuel Aranda”–, para que vean que “nuestro oficio siempre ha sido difícil, pero que vale la pena”.
by PI
Si quieres más/If you want more | |
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