Una de las historias más populares es el del de muñeco Robert the Doll. El muñeco perteneció a un niño llamado Robert “Eugene” Otto de Key West, Florida, en 1906. Fue un regalo de una criada africana que trabajaba para su familia. La criada, que se cree que practicaba magia negra, no estaba contenta con la familia de Eugene y puso una maldición sobre el muñeco que se llamo Robert. No mucho tiempo después de haber recibido el muñeco, los padres de Eugene le oyeron hablar con el muñeco Robert, que incluso hablaba con una voz diferente. El niño culpaba al muñeco Robert de tirar los muebles al suelo, y los vecinos afirmaban que pasaba de una ventana a otra e incluso se le oía reír. Después de la muerte de Eugene en 1974, una nueva familia se mudó a la casa y descubrió que el muñeco Robert se había quedado en el ático. La nueva familia entregó el muñeco Robert a su hija, quien afirmaba que el muñeco realmente cobraba vida y le atacaba por la noche, incluso estaba convencida de que el muñeco intentaba matarla. En este caso, el muñeco no parecía estar conectado sólo a Eugene, pero si que tenia un poder sobrenatural. El muñeco Robert (o “Robert, the doll”, según su traducción al inglés), finalmente fue sacado de la casa de la familia Otto y trasladado al Martello Gallery-Key West Art and Historical Museum, lugar donde se encuentra en la actualidad. Todavía abraza su león de peluche y viste su traje blanco de marinero, pero sigue dando que hablar. Algunos trabajadores del museo afirman que en el mes de octubre el muñeco se vuelve más “activo”, y por las noches se pueden oír golpeteos contra el vidrio de la recámara transparente donde se encuentra. Y no sólo eso, pues a veces el muñeco aparece levemente recargado sobre la vitrina de exhibición, como si se hubiera movido por sí mismo.
Lo más curioso, en todo caso, es que se comenta que al fotografiarlo o grabarlo en video, las cámaras dejan de funcionar o bien las fotos aparecen borrosas o defectuosas. Los encargados del museo y la misma leyenda que rodea al muñeco Robert afirma que los visitantes deben pedirle permiso si quieren sacarle una foto, pues de lo contrario una posible maldición podría recaer sobre éstos. Se comenta, de hecho, que la gran cantidad de cartas y fotografías que pueden verse pegadas en las paredes del cuarto donde se encuentra Robert son solicitudes de gente que lo fotografió sin permiso y que le ruegan que les levante la maldición que parece haber caído sobre ellos.
by PI
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