Técnicamente, se trata de un PFC o Proyecto de Fin de Carrera, que se denomina VLS (siglas en inglés de Very Large Structure, o Estructura Muy Grande) y se define como "una Plataforma Probeta para la Gestión y la Coreografía Territorial”, según sus autores, el grupo de arquitectos, diseñadores, constructores y pensadores Zuloark.
Según Zuloark, el VLS es una megaestructura habitable con alto grado de independencia, en simbiosis con el medio físico por el que circula y capaz de gestionarlo físicamente a su paso. En él se puede almacenar carga, construir y testear prototipos y diseñar, implementar y monitorizar diferentes políticas territoriales, "para actualizar y dirigir los cambios de paradigmas en el siglo XXI”.
En un lenguaje menos técnico, el VLS es básicamente una gigantesca grúa de pórtico, una plataforma que funciona como un "banco de pruebas” o mesa de ensayo, una probeta donde testar las piezas que ella misma es capaz de producir y construir, y que puede implementar la arquitectura y la infraestructura sobre el territorio que recorre, es decir por donde "camina”.
Así lo explica a EFE el arquitecto Manuel Domínguez, de Zuloark y autor de este proyecto abierto desarrollado bajo licencia Creative Commons BY-SA, previsto originalmente para funcionar en los campos de Castilla y León (norte de España) y en cuyo diseño gráfico han participado Estudio Poliedro y decenas de profesionales.
Según Domínguez, "el proyecto está diseñado para moverse y viajar por el territorio y superar pequeñas pendientes en la meseta española castellanoleonesa, mediante 36 orugas gigantes impulsadas por los motores eléctricos, similares a los utilizados en las grandes cruceros de mar y en los buques transatlánticos, como el Queen Mary 2 o el USS Zumwalt”.
Sus dos soportes estructurales, o "patas”, alojan, según este arquitecto, toda la infraestructura vertical de la megaestructura para mover las diferentes mercancías, materiales y energías a través de su "cuerpo”.
Añade que esta estructura está hecha con elementos reutilizados de estructuras offshore, o sea construcciones situadas en el mar a cierta distancia de la costa, como las plataformas petrolíferas o de extracción de gas, o las turbinas de energía eólica.
"La primera planta es de gestión, almacén de carga y montaje de piezas y prototipos, y su funcionamiento se basa en la logística empleada en los puertos industriales y zonas francas.
La segunda se dedica a la circulación y distribución de las instalaciones y sus equipos, que confluyen en puertos que las derivan y las recogen”, explica Domínguez.
Agrega que "esta tecnología está basada en las megaestructuras, como supercargueros, o en la ingeniería y maquinaria empleada en la minería a cielo abierto en Alemania, e incluso, en España”.
Según el arquitecto de Zuloark, la última planta de la VLS es una parrilla estructural preparada para recibir tipologías arquitectónicas y cargas cambiantes y "sobre ella se testearán los prototipos construidos en la primera planta y podrán "enchufarse” a las instalaciones que quedan debajo y, una vez testados, se descolgarán mediante un sistema de grúas sobre el territorio o se envían por piezas”.
Según este experto, en el nivel primero se recibirán, almacenarán y enviarán cargas, que podrán ser los víveres y otros consumibles que necesita una ciudad, y también materiales de construcción y módulos prefabricados.
"Con estos elementos se podrán construir prototipos arquitectónicos, de ingeniería o de infraestructura, que se testearán sobre el nivel tercero de la propia plataforma y que se conectarán al nivel segundo para funcionar. Una vez testeados y aprobados estarán listos para ser almacenados o implementados sobre el territorio”, añade el arquitecto.
"La VLS es un ejercicio teórico sin límites previos. El punto de partida es una ciudad móvil capaz de gestionar el territorio por el que camina llevado hasta sus últimas consecuencias: ¿Cómo se construye? ¿Cuánta energía consume y cómo la obtiene? ¿Cuánto pesa? ¿El terreno lo soportaría? ¿Cuál es su impacto visual? ¿Cómo modificar las carreteras, vías de tren y redes de alta tensión para que pueda circular?”, señala.
Este profesional señala que la plataforma "es un gestor territorial” y su diseño podría adaptarse "a cualquier entorno”. También cree que "sus políticas son implementables, sus prototipos son construibles y que, en un futuro, podría plantearse y construirse una versión más pequeña, por ejemplo en un desierto, un océano, o incluso en la colonización de otro planeta”.
"Que algún día se construya y opere en algunas lunas u otros mundos como Marte, no es una cuestión técnica, sino más bien económica, ya que toda la tecnología usada en la VLS está disponible hoy, y en el caso de las orugas (crawlers) que usaba la NASA para llevar el transbordador espacial hasta la zona de lanzamiento, es tecnología disponible desde la década de 1960”, indica el experto.
"En su diseño actual la VLS está adaptada para recorrer y gestionar mesetas, puede enviar y recibir carga a cualquier parte del mundo, como si fuera un puerto franco móvil, y en América la propuesta ha despertado enorme interés por su radicalidad y profusión, al igual que en otras zonas del planeta”, señala.
Según Domínguez, Zuloark ha creado una máquina que, por sus dimensiones, podrá albergar sistemas y medios capaces de gestionar íntegramente el territorio por el que se mueve.
"Se moverá porque no pertenece a ningún sitio porque, al igual que el territorio, cambia y muta, se adapta y, sin embargo, quiere ser simbiótica con los ecosistemas por los que discurre, sirviéndose de ellos, pero implementando programas que permitan cambiar y restituir modelos obsoletos que aún perduran y son deficitarios en todos los niveles”, concluye el arquitecto. (EFE Reportajes).
"La primera versión de la VLS tendría un peso aproximado de 320 mil toneladas, su plataforma mediría 560 por 150 metros en planta y casi 180 metros de altura en su cota máxima, podría alojar a 5.000 personas y requeriría un gigavatio de potencia eléctrica para desplazarse”.
Esta VLS circularía por pistas de tierra a una velocidad máxima de 1,1 Km/h, y las grandes infraestructuras, como carreteras, vías de tren y líneas de alta tensión, tendrían que soterrarse al cruzar con estas pistas, generándose corredores de fauna donde antes había barreras; el resto de pequeñas vías de comunicación podrían cruzar las rutas de la VLS a nivel.
El arquitecto Manuel Domínguez adelanta cómo podría aplicarse esta plataforma en Castilla León y cómo beneficiaría el medioambiente y la sociedad del área en la que se desplazaría:
Cumpliendo su calendario de rutas, la VLS llega a un pueblo semiabandonado de 200 habitantes. Dos meses antes, la plataforma gestora del territorio ha enviado a la zona un grupo de 50 trabajadores con sus viviendas y sus oficinas técnicas, por carretera y aire para ir preparando el terreno.
Sobre el pueblo se proyecta la restauración y construcción de viviendas, la construcción de una serrería, la implantación de dos hostales rurales, la instalación de una planta de depuración de aguas por lagunaje, la mejora de las conexiones peatonales y ciclables con otros dos pueblos cercanos, y la instalación de un centro de tratamiento de residuos sólidos.
Éstas y otras posibles actuaciones de la VLS, generarían numerosos beneficios derivados de la gestión integral y sinérgica de ese territorio, como mejorar los ecosistemas naturales y favorecer la biodiversidad.
También contribuirían a mejorar las condiciones de habitabilidad territorial a través de la distribución equilibrada de su población, gracias a planes de rehabilitación urbana y territorial, y la mejora y fomento del tejido empresarial local y comunitario.
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