Hay muchas cosas por las que podemos culpar al empresario estadounidense Henry Ford (globalización, calentamiento global, Ford, etc.), pero quizás el contrapeso perfecto sea Fordlandia, su visión de crear un pedacito de la cultura americana en lo profundo de la selva tropical brasileña para abastecerse de caucho para sus coches. Creada a finales de la década de 1920 como una forma de aumentar la producción de caucho a bajo costo, Ford construyó una aldea estadounidense (con baile en línea obligatorio incluido), y durante un tiempo todo parecía ir bien. Eso fue hasta que los trabajadores brasileños (con razón) se rebelaron contra el baile en línea obligatorio, y la introducción del caucho sintético significó que Fordlandia ya no era necesaria. Fordlandia todavía recibe algo de actividad de ocupantes ilegales, pero si de verdad quieres visitarla, puedes esperar tres vuelos, seguidos de un viaje en barco de tres días desde Belém.
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