En los inicios del siglo XX,
el reverendo Joseph Amrito Lal Singh, un misionero que
trabajaba con tribus locales en la selva, había fundado un
orfanato junto con su mujer en la localidad de Medinapur.
Singh era un enamorado de la naturaleza y la aventura, así
que solía hacer expediciones con sus ayudantes por las junglas
circundantes. En una de estas salidas, en 1920, durante
una noche en que el grupo se paró en un pequeño pueblo
a dormir, tuvo lugar un increíble hallazgo, según el relato
posterior de Singh. Los vecinos, al enterarse de la presencia
del religioso, acudieron a él y le pidieron que hiciera
un exorcismo en una montaña en la cual los habitantes de
la zona aseguraban haber visto fantasmas. Impulsado por
la curiosidad, a la noche siguiente el misionero se animó a
comprobarlo por sí mismo. La montaña tenía numerosos
recovecos y entrantes en la roca. Mientras ascendían, vieron
a una hembra de lobo que no paraba de entrar y salir
de una cueva. Luego aparecieron los pequeños lobeznos y,
finalmente, los temidos fantasmas. Los cazadores que le
acompañaban ya estaban dispuestos a disparar con sus rifles,
pero Singh se dio cuenta de que se trataba de personas
y dio el alto al fuego. A pesar
de que el pelo les cubría
el cuerpo por completo y su
conducta era como la de los
cánidos, sus rasgos humanos
eran obvios. Entonces,
los expedicionarios decidieron
esperar a la luz del día
para cavar un túnel e intentar
rescatarlos. En cuanto empezaron a excavar, la loba atacó con gran fiereza
a los cazadores, que tuvieron que disparar y matarla.
Cuando por fin accedieron a la lobera, encontraron a dos
criaturas muertas de miedo. Se trataba de dos niñas, una
de apenas un año y medio y otra de ocho. Gruñían cuando
alguien se acercaba y caminaban apoyando las manos en el
suelo. Para beber sólo usaban la lengua y comían carne cruda.
Probablemente habían sido repudiadas por sus padres
en alguna de las tribus cercanas, que solían practicar el infanticidio
selectivo de niñas o las abandonaban a su suerte
en la selva, y habían logrado sobrevivir gracias a los lobos.
Singh les puso los nombres de Kamala y Amala. Después
fueron trasladadas al orfanato de Medinapur.
Amala, la más joven, murió al cabo de un año, y Kamala
vivió confinada en el orfanato varios años más, hasta su
muerte en 1929, a los 17 años. Al parecer aprendió algunas
palabras, entre ellas los nombres de otros niños y los colores,
pero más allá de las conversaciones básicas, era difícil
comunicarse con ella. Sólo aceptaba comida cuando se la
servían en su plato y no en ningún otro.
Sin embargo, investigaciones más recientes pusieron en
duda la veracidad de la historia contada por Singh, al sos-pechar que se trataba de un fraude montado por él mismo
con el fin de recibir dinero para el orfanato. La mayoría
de los científicos cree que Amala y Kamala fueron niñas
que nacieron con algún tipo de autismo y defectos congénitos,
y que Singh, único narrador del momento del
hallazgo, se inventó la historia de que habían sido criadas
y cuidadas por los lobos del bosque.









No hay comentarios:
Publicar un comentario