Las pisadas fósiles tienen gran interés
científico, especialmente si aparecen
mezcladas las de carnívoros con las
de herbívoros. En 1938, Roland Bird,
del Museo Estadounidense de Historia
Natural, descubrió junto al río Paluxy,
en Texas, lo que semejaba una escena
de caza: huellas de una manada de
saurópodos –herbívoros de cuello largo–
supuestamente acosados por un
Acrocanthosaurus, terópodo depredador
que parecía correr junto a una de
las presas y en cierto momento saltar
para abatirla. Pero recientemente James
Farlow, paleontólogo de la Universidad
Purdue, ha reexaminado el caso y cree
que las huellas muestran que los dinosaurios
caminaban, mas no se puede
afirmar que corrían ni que el cazador hubiera
lanzado un ataque. Es posible que
persiguiera a los herbívoros, aunque no
podemos saberlo, según Farlow. Otro
tipo de pisadas que intrigan a
los paleontólogos son las que
reflejan los saltos de la evolución.
Y aunque el mono es nuestro pariente,
también, y mucho antes, lo es el pez. La transformación de aletas en patas tuvo
lugar mediante cambios fascinantes
que atravesaron ciertos peces carnívoros.
Los expertos estudian este proceso
en fósiles transicionales como el Panderichthys,
hace 380 millones de años,
o el Tiktaalik (375 mda). Éstos tenían
aletas. Y en 2010 apareció un fósil revolucionario:
unas antiquísimas huellas de
295 millones de años en una cantera de
Polonia. Son las pisadas de varios animales
de unos dos metros de largo. No
hay aletas arrastrándose, sino patas que
marcaban incluso los deditos. Prueban
que los primeros vertebrados cuadrúpedos
–tetrápodos– empezaron a caminar
fuera del agua casi 20 millones de años
antes de lo que se pensaba y que lo hicieron
quizá desde el mar, aprovechando
la marea baja para aventurarse en la
playa y devorar animales moribundos
o cadáveres.









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