John Ssebunya, un niño
entonces de seis años que
fue encontrado en Kabonge,
Uganda, en 1991 tras
ser criado por cercopitecos
verdes, Chlorocebus
pygerythrus, durante tres
años en la selva. Al parecer, cuando tenía apenas tres
años, John había escapado de la guerra y de su padre, un
rebelde guerrillero que asesinó a su madre. John contó
después que fueron los monos quienes, al verle vulnerable
y llorando, se acercaron a él con varios tipos de frutas.
Desde ese momento, empezó a seguirlos y fue aceptado
sin reservas. Al poco tiempo ya sabía sus gestos y vocalizaciones.
Finalmente John fue rescatado, si se puede decir
así, por un grupo de vecinos del pueblo cercano. Éstos
cuentan que los monos les tiraban piedras para defenderlo.
Nadie quiso hacerse cargo del niño, hasta que lo acogió
un orfanato de Kampala, la capital, donde logró aprender
con mucha dificultad el ugandés y el inglés. Cuando pronunció
sus primeras palabras sorprendió tanto la calidad
de su fina voz que fue fichado por una agrupación musical.
Actualmente es miembro de un coro que hace giras mundiales
en favor de los niños africanos.








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