El propio Andersen lo reflejaba en la obra sobre sus vivencias: “pero el recuerdo que más claramente se me quedó grabado en la memoria, avivándose cada vez que de ello se habla, es la llegada de los españoles a Fiona en 1808. Dinamarca se había aliado con Napoleón, a quién Suecia había declarado la guerra, y antes de que se pudiera uno dar cuenta, teníamos en Fiona un ejército francés y tropas auxiliares españolas para marchar a Suecia bajo el mando del Mariscal Bernardote”. Continuaba: “No tendría yo entonces más de tres años (…). Se comentaba que los soldados franceses eran altaneros, los españoles, en cambio, bondadosos y amables; se tenían un profundo odio los unos a los otros; los pobrecillos españoles eran los que daban más lástima. Un día un soldado español me cogió en brazos y me puso en los labios una medalla de plata que llevaba en el pecho desnudo”. Leer más
by PI
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