Desde 1819 hasta 1969 en Estados Unidos, decenas de miles de criaturas, desde los tres
años, fueron secuestradas y entregadas a un sistema de internación
forzada, desplegado a lo largo y ancho del país. 408 escuelas en 37
estados o territorios, incluidas 21 escuelas en Alaska y 7 en Hawái. El
sistema se creó para apartar a los niños indígenas de la influencia de
su propia cultura y forzar su asimilación con la cultura dominante.
Durante ese periodo, los niños y niñas fueron separadxs de sus tribus y
enviados a esos cautiverios, en cumplimiento de una política de
asimilación forzada. En las inmediaciones de dichos internados, ya han
sido descubiertas fosas comunes y tumbas sin
identificación de miles de criaturas fallecidas como producto de
la negligencia, los malos tratos y la violencia imperante en esas
instituciones de confinamiento.
En Canadá, 150.000 niños fueron sustraídos de sus familias y
de sus colectivos tribales hasta el año 1997, en el marco de diferentes
iniciativas de asimilación forzada de los pueblos originarios,
administradas mayormente por la Iglesia Católica. En los
internados de Canadá se han encontrado hasta la fecha 1.275 tumbas sin identificar.
En muchas
ocasiones los internos eran sometidos a trabajos forzosos y educados al
estilo militar o que tenían prohibido, bajo amenaza de duros castigos,
hablar en sus lenguas propias o practicar sus religiones. Les cortaban el
pelo, les quitaban su ropa, les cambiaban su nombre por uno inglés o
por un número, abusos
sexuales, miedo, hambre... Muchos nunca volvieron a casa.
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