Masticar chicle. Estimula la producción de saliva, que ayuda a neutralizar los ácidos y dificulta que suban por el esófago. Eso sí, que sea sin azúcar para proteger los dientes y la salud.
No tumbarse justo después de comer. Es mejor permanecer sentado o recostado, pero con la cabeza más alta que el estómago. Si ocurre por la noche, eleva el colchón con una toalla doblada a modo de cuña.
Tomar un plátano maduro. Su plátano alto contenido en potasio, como el melón o las nueces, lo convierte en un alimento alcalino, es decir, que tiene la capacidad para contrarrestar la acidez.
Beber un vaso grande de agua tras las comidas. Este hábito hace que se limpie el esófago y diluya los jugos gástricos ya presentes.
Evitar la ropa ajustada. La presión sobre la zona del abdomen hace que se intensifiquen los síntomas y facilita que la acidez ascienda.









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