Cuatro piezas únicas de carrocería biplaza de más de cinco metros de larga coronada por un techo duro retráctil y un motor V12 de 6,75 litros de cilindrada y 600 CV.
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La inspiración es la rosa Black Baccara, una intensa y aterciopelada flor originaria de Francia cuyos pétalos pasan del color negro a un rojo nacarado (y viceversa) en función de cómo les incida la luz.
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Usa madera de sicomoro negro procedente de Francia, en un guiño a los propietarios del vehículo. Nueve meses de trabajo llevó su tratamiento, del que se encargó en exclusiva un artesano. Para que todo saliera perfecto y no perdiese la concentración, no trabajaba más de una hora seguida durante un máximo de cinco al día. Y cual monje cartujo, recluido en el silencio de una sala especialmente insonorizada para que nada le despistase. El resultado es una pieza continua que envuelve a los ocupantes, desde el panel trasero, pasando por las puertas y hasta el amplio tablero de a bordo. Está formado por nada menos que 1.603 triángulos, cada uno de ellos cortado, lijado y colocado a mano de acuerdo a un complejo patrón: 1.070 son perfectamente simétricos y conforman el fondo negro; los 533 restantes, de color rojo y asimétricos, simulan los pétalos de la rosa.
Un reloj Audemars Piguet modelo Royal Oak Concept Cronógrafo, con esfera de 43 mm de 200.000 euros, está incrustado en el salpicadero, pero un mecanismo eléctrico oculto lo hace aflorar por si alguno de los ocupantes desea extraerlo y colocárselo en la muñeca, añadiendo la correa blanca de piel a resguardo en una de las guanteras.
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Un cofre de champán oculto y que incluye un juego de copas, bandeja y nevera para tener siempre a la temperatura óptima una cosecha exclusiva de Champagne de Lossy, encargada especialmente para la ocasión por sus dueños y una de las pocas producidas por la bodega en sus 160 años de historia.
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Rolls-Royce Rose Noire Droptail
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