Su estructura está recubierta de un tejido suave que recuerda a un muñeco infantil. Un diseño físico que también trata de generar ternura. Para que Nicobo interactúe no hay que decir un comando de voz: cuando se le habla, puede reaccionar… o no, del mismo modo que otra persona o una mascota ignoran, cuando tienen a bien, a sus familiares, amigos o dueños. Fuentes de Panasonic aseguran que este robot tiene muy desarrollada su faceta de inteligencia y cuenta con sentimientos propios a pesar de ser una máquina. La sensación de vulnerabilidad ha sido programada de manera contundente en este robot con el fin de fomentar un sentido de apego hacia sus propietarios, propiciar su bienestar e, incluso, hacerlos sentir mejor consigo mismos y con el entorno que les rodea. Mueve sus ojos, cuerpo y cola, y su vocabulario aumenta con el transcurso del tiempo. Nicobo aprende a medida que transcurre el tiempo junto a sus propietarios, introduciendo nuevas palabras, movimientos de ojos… Todo, ello, con el objetivo de construir y afianzar una relación duradera. Integra sensores de aceleración, temperatura y luz, giroscopio, tecnologías de reconocimiento de voz y cancelación del ruido, un módulo WiFi y una CPU ARM Coretex-A53 de cuatro núcleos. Incluye una cámara, un altavoz y tres micrófonos.
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