Son esos que aparecen cuando un pelito que ha sido eliminado vuelve a crecer y se curva dentro de la piel. Suelen provocar pequeños granos que pueden doler e, incluso, infectarse.
¿Cómo se tratan? Se aplica una toallita caliente sobre el área afectada y se deja actuar unos minutos. El calor ayuda a abrir los poros, lo que facilita la extracción del vello incrustado. Después, se usa una pinza desinfectada y se intenta tirar suavemente del mismo. Si no se puede extraer, es mejor no insistir para que no se infecte la zona. Para prevenirlos, conviene exfoliar regularmente la piel y decantarse por métodos de depilación suaves, como la crema depilatoria. Si se usa cuchilla, no hay que afeitar en seco, aplicar previamente un gel suave y pasarla en dirección del crecimiento del cabello. Por último, mantener la piel muy bien hidratada.








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